domingo, 19 de enero de 2014

Vivencia de un niño de la calle.


La historia que voy a contar está basada en hechos reales. Pasó en un pequeño país al sur de Europa. Es la historia de un niño que nace en el seno de una familia pobre y humilde. Era todavía un recién nacido cuando es abandonado por sus padres ya que padecen de alcoholismo y son los abuelos maternos los que se hacen cargo del cuidado del retoño.
Los abuelos eran tan pobres que no tienen recursos para cuidar a su nieto. La casa donde viven no reune condiciones de habitabilidad, es tan pequeña que no llega a diez metros cuadrados. No tiene luz eléctrica, sólo tienen una pequeña lámpara de petróleo para alumbrar cuando cae la noche. No tienen agua potable, la tienen que traer en un cubo de una fuente que está bastante apartada de la casa. El hogar familiar lo componen: "el jefe de la familia, tres miembros más y el recién llegado" Uno de los miembros muere a causa de una enfermedad incurable, otro de ellos entra en la cárcel por un delito de hurto.
El niño, raquítico, no tiene nada que llevarse a la boca, únicamente, lo que le van dando sus vecinos, y el cariño que recibe de su abuelos. Todavía recuerda episodios que le habían pasado en la infancia con tan sólo cuatro años edad: cuando su abuelo le sacaba a pasear por las calles del pueblo y al pasar por la iglesia, se asustaba de los sonidos de las campanas al anunciar éstas el comienzo de los actos de culto en la parroquia y se escapaba de la mano de su abuelo, lejos del lugar, buscando un refugio seguro, pensando que las campanas le iban a caer encima de su cabeza.
Tampoco le gustaba entrar en la casa de socorro. Cuando veía al hombre de la bata blanca, se le descomponía la cara, se echaba a temblar de miedo y no dejaba al practicante pincharle, a la hora de poner una inyección o una vacuna. El personal sanitario se veía obligado a emplear la fuerza para calmar los ataques de nervios que le entraba al niño.
También en otra ocasión, se escapó de la casa de socorro, cuando se hizo una herida en la cabeza, con una piedra jugando con otros niños, y no se dejó curar por el personal facultativo y la herida tuvo que cicatrizar sola. Se tiraba días y días con la ropa rota y manchada de sangre porque no tenía otra muda para poder cambiarse. En cierta ocasión, un vecino suyo se lo llevó en coche, "Era la primera vez que se montaba en un coche" a un mercadillo ambulante (rastrillo) que estaba en otro pueblo y le compró un traje y unas alpargatas. El niño se puso loco de contento y feliz. Por primera vez, le habían comprado ropa nueva.
Alguna veces, se escapaba de casa, sin avisar a sus abuelos, en compañía de sus amigos. Bajaban al río a aprender a nadar. No le daba miedo el agua. Aprendió a nadar muy joven cito, era una prueba de supervivencia. Los chicos mayores mayores obligaban a los más pequeños lanzarse al agua y de esta forma fue como aprendió a nadar. Algunas veces su abuelo se enteraba que bajaba al río, se ponía furioso y le regañaba y le hacía ver, el grave peligro que corría bañándose en el río.
Este niño siempre iba sucio por la calle. Nunca se aseaba. Siempre con el pelo greña y pulgoso. Era una criatura de la calle, rebelde, travieso, inquieto por la situación que vivía en su entorno familiar.
Desde temprana edad, todavía no había cumplido los seis, años tenía que ayudar en las tareas del hogar a sus abuelos jubilados y enfermos de tuberculosis, a buscarse la vida para que no falte el plato de comida en la mesa. Todos los días, tenía que andar tres kilómetros ida y vuelta, con una bolsa y una fiambrera a recoger la comida a una casa de caridad que repartía comida a los pobres. La comida de invierno se calientaba en horno de leña y la de verano con la luz solar. También con un cántaro tenía que ir a una fuente a buscar agua, recoger leña, par que no faltase en la casa, buscar chatarra de aluminio en el basurero del pueblo, para después venderla y con el dinero que sacaba de la chatarra se lo entregaba a su abuelo para comprar comida y medicinas.
Este niño no sabía lo que era una cuna, compartía cama con sus abuelos, tampoco sabe lo que eran unas fiestas navideñas, las escuchaba por los demás niños, pero en su casa no se celebraban, no sabía lo que era un cumpleaños, nunca había tenido juguetes, jugaba con los juguetes prestados por sus amigos. Le daba envidia de no poder ser igual que los demás niños."no sabe lo que es el bienestar de un niño" Jamás tuvo un paraguas para resguardarse de la lluvia, se mojaba y secaba su ropa con su cuerpo frágil, o un abrigo para abrigarse del frío. Desde su niñez, nunca se había puesto unos zapatos, lo que tenía eran unos zuecos, que le regaló su abuelo, hechos de un tronco de madera tallados por él.
Al niño le gustaba andar por la calle descalzo. Se cortaba los pies con cualquier objeto y no se hacía daño. Estaba acostumbrado a los golpes que se pegaba a diario. Las infecciones no existen para él. le encantaba engancharse en la cola de los tranvías, cuando estos estaban en marcha, para no pagar el ticket.
Este niño que iba creciendo en la calle, curtido de tanto sufrimiento y dolor, con sólo ocho años, se le viene la desgracia encima, por el fallecimiento de su abuelo, al que más quería en este mundo. Estaba muy unido a su abuelo y orgulloso por haber compartido con él, en esta corta vida momentos felices y agradables, había sido su compañero, amigo, también su consejero.
Su abuela no le podía cuidar, por estar muy enferma. Está paralítica sin poder moverse de la cama. Se queda a cargo de su custodia del niño, su tío, que acababa de salir de la cárcel y convive con su compañera sentimental, que eran dos personas malvadas y egoístas, que nunca tenían un detalle o una actitud cariñosa con el muchacho. El maltrato era permanente, le pegaban palizas a diario, se escapaba de casa porqué no quería convivir con su tío.
Este niño, rebelde, ambulante obligado por la situación que vive, que nadie puede con él, que no sabe lo que es cariño de padre o amor de madre, que no acababa de terminar los estudios primarios por la situación que vive en casa de su tío, que no ve ninguna salida por ningún sitio, por entonces también se muere su abuela le da mucha pena, después de tanto tiempo de sufrimiento que pasó ella en una cama, sin poder moverse, debido a su enfermedad degenerativa.
Su tío tutor le obligaba a trabajar a temprana edad, con solo diez años, como peón de albañil, arrimando el lomo a un trabajo muy duro, el de la obra, para un adolescente, cargando, con una carretilla de mano, arena, ladrillos o mezcla, también subiendo cuatro pisos, cargando en el hombro puntales para el encofrado de los pilares de la obra, legaba, al final de la jornada laboral, con las manos ensangrentadas y reventado del esfuerzo.
Este adolescente era el único que trabajaba en la casa. cuando cobraba el sueldo, su tío se lo quitaba de las manos. No tenía ninguna piedad con el muchacho, sólo le daba el plato de comida del día. Este niño harto de la situación que vive en casa, se rebela contra su tío y su compañera, por autoritarios y egoístas, por no estar conforme con el trato de vida que llevaba de esclavo, sin libertad alguna. Tampoco le dejaba jugar con sus amigos de la infancia, sólo vive para la casa y para el trabajo.
Un día, sin decir nada, se escapa de su casa de su tío. Con apenas trece años emprende una aventura en busca de la libertad y de una vida mejor: emigra a un país extranjero.
Consigue su primer trabajo en una feria, en una atracción de coches de choque. Con la empresa que trabaja recoge medio país, de feria en feria y deja la empresa porque no ve futuro alguno.
Más tarde, encuentra trabajo en una mina de carbón, como ayudante de picador. Trabajo duro el de minero. Estaba bien pagado. Había sido el mejor sueldo que había cobrado en toda su vida. Se sentía como un empleado privilegiado. Nunca había visto tanto dinero en sus manos.
Con el dinero empezó a comprar todo lo mejor en vestimenta, gastar en sus caprichos, en alquilar un pequeño apartamento. Nunca había estado en una situación semejante.
No sabia este niño adolescente que era un dormitorio con un armario y una cama con colchón de espuma y sábanas limpias. Tampoco un cuarto de baño con bañera y una cocina con todos sus enseres.
Le vino a la memoria cuando era un crío en la casa de sus abuelos siempre había dormido en colchón de paja y a veces, en el suelo con una manta, porque ellos eran muy pobres. No tenían dinero para comprar una cama en condiciones.
"Todo lo que le estaba pasando no se lo creía. Era un lujo. Siempre había vivido en la calle en la miseria, en la penuria, en el sufrimiento, en la tristeza, en el dolor" Ahora con lo que ganaba, le daba para todos sus caprichos, para vivir bien y ahorrar.
Seguía trabajando duro. Se iba haciendo un hombre. El peligro era constante, con los derrumbamientos del carbón. Algunas veces, coge un segundo turno, para ganar un dinero extra. Se iba curtiendo en la mina. Ahorraba mucho dinero como minero. Después de trabajar muchos años en la mina, deja la vida de minero y ya no, le inspira mucha confianza debido a las cantidades de accidentes que ocurría en la mina.
Se monta un pequeño negocio de hostelería con el dinero que ganó en la mina. El negocio que él administra le va muy bien, genera ganancias y con el capital que va produciendo en su pequeño negocio, lo va invirtiendo en la rama de hostelería.
Ahora este niño hombre, luchador es dueño de una cadena de hoteles. Es joven rico y famoso. Su fortuna es incalculable. Ha sido a base de mucho esfuerzo y sacrificio. Ha valido la pena luchar para tener una vida mejor. Ha sido valiente. La calle le enseñó todo. a ser fuerte, luchador, emprendedor y a no tener miedo a la vida.
Hoy es un hombre feliz, comprensivo, bondadoso, generoso. Todas las penurias (miseria, hambre y frío) que pasó en su infancia, no se le olvida y se le quedó marcado en su interior y en su corazón.
Sabe que sus padres aún viven. Tampoco le guarda rencor a nadie. La vida da muchas vueltas. Le ha venido así de dura. Es la realidad, le tocó pasar un trago duro en su infancia, pero también la vida lo compensó de todo el sufrimiento que le tocó vivir.
Éstas son las vivencias de un niño de la calle que tiene unos grandes recuerdos de su abuelo y una frase que le repetía muchas veces y que se le quedó grabada en su cabeza: "No te preocupes, hijo que algún día, la vida te sonreirá y serás el niño más feliz del mundo" Que descanse en paz Don Francisco que así se llamaba el abuelo del niño.

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