El tiempo no cura nada, solo ayuda a “aprender a vivir” con ello, a dulcificar el dolor, porque nadie podría sobrevivir mucho tiempo con el mismo grado de dolor. Moriría.
Y no hay palabras para consolar el dolor. Los abrazos y los besos sentidos son las únicas palabras posibles.
No hace falta decir nada. Abraza a la persona que ha tenido la pérdida. Llora con ella. Déjala que hable de su pérdida. No intentes cambiar de tema. No creas que si pronuncias su nombre se lo recordarás, porque ese padre o madre no necesita que le recuerden a su hijo, lo llevan en la cabeza las 24 horas del día. No le metas prisas en su recuperación. Cada uno tiene su “tempo”. No dejes pasar tiempo para ir a verles cuando tú creas que ya tienen menos dolor. No les olvides.
Porque el dolor compartido no es menor, pero es más llevadero.
“Las caricias son las palabras del amor”.
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