“Mi nombre es Olga, soy de Argentina. Tengo 29 años y 5 hijos, incluyendo a mis cuatrillizos. Hace mucho tiempo que quiero escribirte, pero siempre se me presentaba algo y no me podía sentar tranquila.
Este mes se cumplen 3 años desde que nos enterábamos que había 4 burbujitas en mi panza. Fue todouna mezcla de sorpresa, shock, incredibilidad, ¡Miedo!
Veníamos buscando un hermano par nuestra princesa. Fui a un control y en una eco, el medico me dice: “O tenes un coagulo o estás embarazada, hacete un análisis de sangre“. El análisis dio positivo y en 2 semanas tenía que volver para otra eco.
Unos días antes de que se cumpla la fecha tuve una pérdida y aprovechando la ansiedad me fui a hacer una ecografía de urgencia. Empezó la eco y la cara del medico se iba transformando. Yo temía lo peor, que había perdido el embarazo. Me giró el monitor y me dijo: “¿Cuantos ves?“, y yo sin mirar y sin pensar dije que dos. “No, no, contá bien“. Y me empezó a mostrar todos los sacos que tenían apenas unos puntitos, eran 3. El cuarto saco aparentemente estaba vacío.
Entre su shock y el nuestro nos dijo que volviésemos a la semana siguiente para otra eco. Salimos con mi marido y nuestra hija, nos mirábamos, no decíamos nada y solo nos reíamos. ¡A la semana efectivamente estaban los 4 corazones latiendo dentro de mi!
Ahí empezó la búsqueda de un médico que se dedique a embarazos múltiples y de alto riesgo. Los primeros tres meses fueron de lo peor, descompuesta todo el día, no podía comer nada y me desmayaba cuando entraba a un lugar cerrado. A partir del tercer mes todo cambió, me sentía divina, ¡Todo era felicidad!
En la semana 12 y medio, en la ecografía nos dijeron que estaba todo bien y que eran 2 nenas y 2 varones. A esa altura la felicidad era completa.
En la semana 25, uno de los varones rompió bolsa. Sentí que se derrumbaba el mundo. Llamé al doctor y me fui a su consultorio, sus palabras fueron lapidarias: “Vamos a hacer todo lo posible por salvar a los otros tres”.
Me internaron con reposo total y absoluto. Cada mañana me venían a monitorear y escuchar si el corazón de Alejo seguía latiendo.
Dos semanas después me tuvieron que hacer cesárea de urgencia. Fui muy tranquila, confiaba en mis bebés, sabía que iba a salir todo bien. A las 13.39 empezaron a nacer con 1 minuto de diferencia entre ellos. Enseguida se los llevaron y los pude ver recién a las 23 horas. Sus pesos fueron 690/734/773/950 gramos y medían 32 cm cada uno.
Después vino la larga estadía en neo, infecciones, transfusiones, intolerancia a la leche, el ductus que no se cerraba, esas apneas que te hacían temblar y la operación de hernia inguinal. Lo que destaco es la atención de los médicos, el apoyo constante y la contención.
73 días después llegó el día mas esperado, ¡Recibíamos el alta! Llegamos a casa y dijimos ¿Y ahora qué? Tenía miedo de dormir y que les pasase algo así que hacíamos guardias con mi marido y yo no dejaba que nadie más los tocara. Estaba agotada pero feliz de tener a mis cinco hijos conmigo a pesar de los pésimos pronósticos que no daban.Al tiempo contratamos una señora mayor para que me ayude con ellos. Una señora maravillosa que era como una abuela tigresa que los cuidaba como si fueran sus nietos.Para nosotros es todo día a día, cada logro, ¡Cada adelanto es una batalla ganada! Verlos tan sanos y felices nos llena el alma. ¿Es difícil? ¡Si! ¿Es imposible? ¡No!Nos vamos de vacaciones, vamos al supermercado a hacer compras, vamos a los cumpleaños, hacemos una vida absolutamente normal. Y todo eso es posible porque tengo un gran marido, que es un gran padre, ¡Y una princesa que es mi gran ayuda! Ama infinitamente a sus hermanos y ellos tienen locura con su hermana mayor.Hoy somos una familia feliz con Alina que tiene 6 años y los cuatrillizos Alejo, Martina, Benjamín y Lucía de 2 años y medio.”
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